¡Hasta mi mamá! es un libro sobre violencia de género. Es un tema complejo de abordar porque la mayoría de las personas preferiríamos enfocarnos en temas más livianos o alegres. Pero cuando decidí escribir sobre este tema, lo hice porque sabía que muchas personas, incluida yo, personas de mi entorno, y quizás tú que lees estas palabras, nos hemos visto impactadas de una u otra manera por esta.
Se sabe poco sobre violencia de género. Normalmente se piensa que se refiere solo a maltratos físicos, pero en realidad es mucho más amplio que eso. Una de las definiciones de violencia de género es la propuesta por la Organización de las Naciones Unidas. El sitio de ONU Mujeres la define como: «actos dañinos dirigidos contra una persona o un grupo de personas en razón de su género», originados en la desigualdad de género, la discriminación, el abuso de poder y la existencia de normas sociales dañinas. Si bien hombres y niños también pueden vivir violencia de género, es esencial entender que en el caso de mujeres y niñas esto ocurre de manera frecuente y con mayor intensidad. No hablamos tan solo de sufrir violencia, sino de sufrirla, precisamente, porque somos mujeres.
La violencia de género es un problema complejo dada la variedad de identidades y contextos en los que viven las mujeres. Por ejemplo, la experiencia de una mujer que nace y vive toda su vida en Chile, será distinta a la de una mujer migrante. Esta diferencia se debe también considerar en el caso de las mujeres negras y racializadas, las pertenecientes a pueblos originarios, a zonas rurales y en el de las mujeres con alta vulnerabilidad socioeconómica, entre otras realidades. La combinación de estas identidades y contextos puede aumentar la privación y vulneración de sus derechos.
Este es el caso de las mujeres pertenecientes a la diversidad sexual y de género, y a las disidencias. Me refiero a mujeres lesbianas, bisexuales, trans, intersexuales y a las personas no-binarias. Según el proyecto Libres & Iguales de las Naciones Unidas, las agresiones que ellas enfrentan «suelen estar motivadas por el deseo de castigar a quienes se considera que desafían las normas de género». Sobre las mujeres lesbianas, se «han reportado ampliamente casos de violencia sexual, en particular la así llamada violación “correctiva” o “punitiva”, según la cual los hombres violan a mujeres que suponen son lesbianas [con el] pretexto de tratar de “curar” de homosexualidad a sus víctimas». Según datos obtenidos por la Comisión Inter-Americana de Derechos Humanos, las mujeres trans enfrentan frecuentes actos de discriminación y violencia física, psicológica y sexual, que se traducen en una expectativa de vida de 35 años en América Latina.
La violencia de género no solo abarca la violencia física y sexual. También se manifiesta como violencia psicológica, económica y simbólica. En el último tiempo también se ha desarrollado el concepto de violencia digital. Algunos ejemplos de estas violencias son:
Física: golpes o zamarreos.
Sexual: violación sexual o sexo con una persona sin capacidad de dar su consentimiento.
Psicológica: manipulación o menosprecio constante.
Económica: control de las finanzas o prohibición de trabajo.
Simbólica: comerciales en la televisión que casi siempre muestran a mujeres a cargo de las tareas del hogar o la publicidad que muestra principalmente a mujeres muy delgadas como estándares de belleza.
Digital: acoso por redes sociales o compartir videos grabados sin consentimiento.
Violencia estructural: El rol estatal también es importante de considerar. Por eso, la falta de legislación o la impunidad en materias de violencia de género constituyen violencia estructural por parte del Estado.
El hecho de que tantas mujeres vivan estos distintos tipos de violencia de género no es una coincidencia y pone de manifiesto que no se trata de experiencias individuales. El que una mujer sea acosada, es un caso aislado; el que a millones de mujeres nos hayan acosado en todos los países y en todas las épocas estudiadas, es un sistema. Esta estructura social, económica y política ha sustentado la desigualdad por cientos de años, permeando todas las facetas de nuestra vida. Al estar normalizado resulta difícil de ver. Las mujeres lo reconocemos más fácilmente porque es la realidad que enfrentamos diariamente, en cambio, para la mayoría de los hombres continúa siendo invisible. Por eso, ¡Hasta mi mamá! extiende una invitación: que los hombres conversen con las mujeres presentes en su entorno para comenzar a ver la vida como la vivimos nosotras.
En la próxima entradas del blog, compartiré los detalles de cómo se llego a definir el título de mi libro ¡Hasta mi mamá!. Te adelanto que el nombre original era horrible, lo que destaca la importancia de asesorarse, ya sea con amistades, personas del mundo editorial o, en mi caso, una periodista creativa, feminista, seca y buena onda. Al suscribirte al Newsletter, recibirás un correo para enterarte cuando publique este contenido.
Este blog se creó en gran parte en base a un extracto del Prólogo de ¡Hasta mi mamá!
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