Autora: María Jesús Jiménez
“Yo importo. Importo igual. No «en caso de». No «siempre y cuando». Importo equitativamente. Punto.”
En este breve libro, Chimamanda nos trae un poderoso mensaje a través de 15 sugerencias que le escribe a una amiga que le preguntó por una manera de criar a su hija recién nacida como feminista. Una tarea sumamente díficil, la autora reconoce, pero es así como en 60 páginas nos describe cosas tan simples como no prohibirle jugar con ciertos juguetes hasta enseñarle como no sentirse obligada a gustarle a nadie.
Siento que es importante aclarar que yo no soy madre, pero si soy hija. Este hecho no me da la libertad de hablar de lo que es criar un hijo, pero si tengo la facultad de hablar de mi crianza y la maternidad que lo hizo. Soy hija de una madre soltera que me tuvo a los 17 años y me sacó adelante estudiando de noche, y que gracias al apoyo de sus padres, pudo sacar una carrera universitaria y eventualmente independizarse. Año tras año la vi trabajando incesantemente, lo que fue algo que a los ojos de los demás se convirtió en un valor, la famosa figura de la madre luchona.
Para aquellas madres solteras, muchas veces no hay posibilidad de descanso o de tener una relación romántica porque siempre deberían estar pensando en sus hijos. Miles de mujeres chilenas que se postergan a sí mismas de esta manera. Pienso en mi madre que para sacar adelante a sus hijas trabajó en una minera donde había veces que no la veía por semanas. Incluso sabiendo todo el esfuerzo físico y mental que tomaba trabajar tanto, se esforzaba aún más para darnos lo mejor posible. Recuerdo alguno que otro pololo que tuvo, pero siempre trabajar y producir era más importante.
La misma Chimamanda habla de aquello, sobre las mujeres que “pueden hacerlo todo” y cuanto la cultura las aplaude. Aquí en Chile pasa lo mismo… porque muchas veces es la misma historia. El padre que abandona y el padre que no está presente. Así nació la figura de la súper madre, de la mujer que siempre saca fuerzas de quién sabe dónde - tal vez las cosas serían diferentes si a toda esta admiración que sentimos hacia aquellas mujeres se sumara el rechazo hacia esos padres ausentes.
Por esta razón, la primera sugerencia de Chimamanda me llevó tanto al pensamiento:
“Sé una persona plena. La maternidad es un don maravilloso, pero no te definas únicamente por ella (...) Durante estas primeras semanas de maternidad, trátate con indulgencia. Pide ayuda. Espera recibirla. No existen las superwomen. La crianza es cuestión de práctica… y amor.”
Roles de género, la obligación de ser femenina, el lenguaje, el matrimonio… tantos conceptos simples como complicados que en las palabras de Chimamanda se convierten en un amigable consejo que no puedes ignorar. No esperaba que este libro me sorprendiera tanto como lo hizo. No sólo es muy fácil de leer, sino que la claridad con la que la autora creó esta obra hace que básicamente te devores este libro. Lo considero totalmente recomendado para todo público, para aquellas hijas adultas y pequeñas, madres primerizas y con experiencia.
Además, pienso que sería una buenísima lectura para esperar el libro de Monserrat. Si estuviste de acuerdo con algunas o incluso todas las sugerencias de Chimamanda, te sentirás feliz de ver en su libro que hay madres que intentan cosas nuevas, que desean criar con seguridad y confianza. El feminismo existe en muchas formas y también se manifiesta de diferentes maneras, así como la maternidad es única para cada madre. Pero si tanto el feminismo y la maternidad pueden reunirse y formar algo bello… te invito a descubrirlo en el libro debut de Monserrat, “¡Hasta mi mamá!”
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